La economía global se encuentra en un punto de inflexión, con el cierre del 2024 acercándose y el 2025 asomándose en el horizonte. Los últimos años han estado marcados por la volatilidad, impulsada por factores como la pandemia, la inflación persistente, las tensiones geopolíticas y el endurecimiento de las políticas monetarias.
En este contexto, es crucial analizar los planes económicos para el fin del año 2024 y proyectar las tendencias que darán forma al panorama económico en 2025. Este artículo examinará las perspectivas económicas globales y regionales, identificando los desafíos y oportunidades que se presentan para los próximos años.
Contenidos
Un cierre de 2024 con desaceleración controlada
Diversos organismos internacionales, como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), coinciden en que el crecimiento de la economía global se mantendrá estable en torno al 3.2% tanto para 2024 como para 2025. Sin embargo, esta estabilidad enmascara una desaceleración controlada en algunas economías clave, especialmente en las economías avanzadas.
Se espera que Estados Unidos, tras un crecimiento vigoroso en 2024, tienda hacia su nivel potencial en 2025. En Europa, se anticipa un repunte moderado del crecimiento el próximo año. Esta desaceleración se debe, en parte, a los efectos rezagados del endurecimiento de las políticas monetarias implementadas para controlar la inflación. Si bien la inflación muestra signos de moderación, aún se mantiene por encima de los niveles previos a la pandemia en muchas regiones.
En América Latina y el Caribe, se proyecta un crecimiento modesto del 2.2% para 2024 y del 2.4% para 2025, según la CEPAL. Este bajo crecimiento plantea desafíos importantes para la región, que enfrenta problemas estructurales como la desigualdad, la informalidad laboral y la baja productividad.

Proyecciones para 2025: entre la incertidumbre y la oportunidad
El 2025 se presenta como un año de transición, donde la economía global buscará consolidar un «aterrizaje suave» tras años de turbulencia. Sin embargo, persisten importantes incertidumbres que podrían afectar las perspectivas económicas.
Inflación persistente
Si bien se espera que la inflación continúe su tendencia a la baja, existe el riesgo de que se mantenga por encima de los objetivos de los bancos centrales. Esto podría obligar a mantener políticas monetarias restrictivas, lo que frenaría el crecimiento de la economía global.
Tensiones geopolíticas
Los conflictos internacionales y las tensiones comerciales continúan generando incertidumbre y volatilidad en los mercados. Una escalada de estas tensiones podría tener un impacto negativo en el comercio global y la inversión.
Riesgos climáticos
Los eventos climáticos extremos, cada vez más frecuentes e intensos, representan una amenaza para la estabilidad de la economía global, especialmente para los países en desarrollo.
Avances tecnológicos
La rápida evolución de la inteligencia artificial y otras tecnologías disruptivas presenta tanto oportunidades como desafíos para la economía. Si bien estas tecnologías pueden impulsar la productividad y el crecimiento a largo plazo, también pueden generar disrupciones en el mercado laboral y aumentar la desigualdad.
A pesar de estos desafíos, también existen oportunidades para el 2025. La moderación de la inflación podría permitir una flexibilización gradual de las políticas monetarias, lo que impulsaría la inversión y el consumo. Además, la transición hacia una economía más sostenible y la adopción de nuevas tecnologías podrían generar nuevas fuentes de crecimiento y empleo.
Planes económicos clave para el fin de año 2024 y más allá
Ante este panorama, es fundamental que los gobiernos implementen planes económicos sólidos que permitan mitigar los riesgos y aprovechar las oportunidades. Algunas áreas clave de acción incluyen:
- Política fiscal prudente: Mantener una política fiscal responsable que permita controlar el endeudamiento público y garantizar la sostenibilidad de las finanzas públicas.
- Inversión en infraestructura: Priorizar la inversión en infraestructura pública, especialmente en áreas como la energía renovable, el transporte y las comunicaciones.
- Políticas de apoyo a la innovación: Fomentar la investigación y el desarrollo, así como la adopción de nuevas tecnologías, para impulsar la productividad y la competitividad.
- Inversión en capital humano: Mejorar la educación y la formación profesional para adaptar la fuerza laboral a las nuevas demandas del mercado laboral.
- Cooperación internacional: Fortalecer la cooperación internacional para abordar los desafíos globales, como el cambio climático y la inestabilidad financiera.
El cierre del 2024 y la proyección para el 2025 presentan un panorama económico complejo, marcado por la incertidumbre pero también por la oportunidad. La clave para navegar este entorno estará en la implementación de políticas económicas prudentes y adaptables, que permitan mitigar los riesgos y aprovechar las nuevas fuentes de crecimiento. La cooperación internacional y la inversión en capital humano e innovación serán fundamentales para construir una economía global más resiliente y sostenible en el futuro.
Te recomendamos leer: Las empresas más ricas del mundo